La historia de la antigua Babilonia se encuentra envuelta entre la ciencia y el mito. Pocas han sido las obras que han sido capaces de aunar ambos conceptos de manera adecuada y crear un relato coherente sobre la ciudad y el Imperio que dominó Mesopotamia durante varias épocas en la antigüedad.
Para hacer una prueba puedes descargar libros gratis y comprobarlo tu mismo. Probablemente la mayoría de obras que encuentres no tendrán fundamento científico y basarán sus argumentos en historias como la de la Torre de Babel narrada en el capítulo 10 del Génesis. Otro de los mitos más difundidos es el de los Jardines Colgantes, solo mencionados por algunos autores clásicos pero de los que no existe ninguna evidencia arqueológica de su existencia.
En el caso de estos últimos los investigadores se inclinan a pensar en que los míticos jardines, de haber existido, se encontrarían en la ciudad asiria de Nínive. A estas conclusiones llegaron tras atestiguar confusiones en las fuentes clásicas entre Asiria y Babilonia y la aparición de relieves en los que se representa una especie de jardín colgante.
Otro de los mitos destacables relacionado con la ciudad de Babilonia es el del rey mago Baltasar de la tradición cristiana. La figura de dicho mago procede del rey babilonio Bel-Sharra-Usur o Belsasar, hijo de Nabónido y quien actuó de regente durante la estancia de su padre en el oasis de taima, en el centro del desierto de Arabia.
El libro breve historia sobre los babilónicos, o mejor dicho, Breve historia de Babilonia de Juan Luis Montero Fenollós sabe conjugar a la perfección ambos aspectos, incluso cuando se tratan temas dados a la especulación como son la religión o la figura de Marduk, un dios menor desde el III milenio a. C., pero que con Hammurabi se convirtió en el dios principal de Babilonia y, por ende, de todo su imperio.
Otras cuestiones que dan pie a especulaciones es la construcción de la Torre de Babel y su altura. Tras muchos años de ser confundida por los antiguos viajeros que visitaban el Próximo Oriente en busca de los escenarios mencionados en la Biblia, con las ruinas del zigurat de Aqar Quf, hoy en día se sabe que el zigurat de Babilonia, llamado Etemenanki, se encontraba en el lugar que hoy tan solo se conserva un negativo impreso en el suelo de 91 metros de lado y el comienzo de dos escaleras, que estarían adosabas a sus muros, y por las que se accedería a su parte superior.
De esta forma, y teniendo en cuenta que la base tenía algo más de 90 metros de lado, los conocimientos arquitectónicos que se tenía en aquella época y el dibujo de un zigurat de seis terrazas con un templo en su cima que se grabó en la estela de la conocida como colección Schoyen, el arqueólogo Montero Fenollós llega a la conclusión que la Torre de Babel debió medir en torno a 60 metros de alto.
Por último hay que destacar de esta obra que no termina con la entrada de Ciro en Babilonia, como hacen la mayoría de libros dedicados a dicha ciudad, sino que se recoge un último capítulo, si bien es cierto que no muy extenso, a Babilonia en la época de Alejandro Magno y donde el monarca griego vería terminar sus días.