¿Quién era Semíramis?
Según la leyenda Semíramis nació en el siglo XIII a. C y era hija de la ninfa Derceto y de un mortal. Su alumbramiento se debió a una violación de su padre a Derceto. Al nacer fue abandonada, pues su padre había sido asesinado por Derceto y esta murió durante el parto.
Entonces, ¿cómo consiguió sobrevivir?
Las narraciones antiguas cuentan que fue alimentada con leche que unas palomas le llevaban en sus picos y recogida por unos pastores. Es del episodio de las palomas de donde recibe su nombre, pues Semíramis significa paloma en siríaco.
Según otras teorías, Samurramat era de origen armenio y debido a su fuerte personalidad fue asimilada a la diosa Ishtar, después a una diosa de los Zagros y, más tarde, a Derceto, la patrona de Ascalón, donde se pensaba que había nacido la reina. Curiosamente, Semíramis no será la única mujer que reinó y sería divinizada en Oriente, aunque si parece que es la que inaugura una tradición continuada por la reina Shirin de época sasánida, la reina Samiran de Armenia o la famosa Serezade de época abasida.
Reina de Asiria
Según nos cuenta Diodoro de Sicilia en su Bibliotheca Historica y, después, Ctesias de Cnido, cuando creció, Semiramis se casó con Ninus, un rey de Asiria legendario del que no se tiene constancia que existiese. Ya como reina, se convirtió en una excelente consejera del monarca, incluso llegó a dirigir a los soldados en la batalla. Su buen hacer proporcionó grandes éxitos a los asirios, pero terminó matando a su marido y convirtiéndose ella misma en reina.
También fue madre de Nimrod o Nemrod, personaje bíblico al que algunas tradiciones le atribuyen la fundación de Assur y Nínive y le relacionan con el mito de la Torre de Babel.
Como reina llegó a conquistar toda Asia y realizó importantes programas constructivos y de embellecimiento de las ciudades. El más importante de todos sería el que desarrolló en Babilonia. Algunos autores la identifican como la creadora de los míticos Jardines de la ciudad, aunque Diodoro Sículo deja claro que ella no los construyó.
En el aspecto conquistador las fuentes dicen que durante el reinado de Semíramis, Asiria controlaba un territorio que iba desde Egipto hasta el Indo. Los datos arqueológicos e históricos nos dicen que esto no pudo ser así, pero lo importante es que tal dato reflejaría el recuerdo de un antiguo imperio, el asirio, que en su época de máximo esplendor llegó a controlar parte de Egipto y, quien sabe, si no llegó a extender su influencia hasta la India.
¿Cómo era Semíramis?
Según se deduce de las fuentes antiguas que la citan, Semíramis sería una mujer muy bella. Basta como ejemplo la leyenda que cuenta que durante una revuelta en una ciudad oriental mientras ella se bañaba, pero fue suficiente con que la reina apareciese semidesnuda y con los cabellos al aire para apaciguar los ánimos.
Este acontecimiento podría estar en relación con la estatua de la reina que, según Valerio Máximo, había en Babilonia y que tenía el pelo mitad peinado, mitad desordenado. Del mismo modo, Raphael Mengs pintó a una mujer de extraordinaria belleza, en su baño, que representaba a Semíramis, o Alejandro Tiarini la representa con una abundante cabellera mientras una sirvienta la peina.
Plutarco, Polieno y Justino incluso llegan a identificar a Semíramis con las diosas Ishtar y Astarté.
Pero además de por su belleza y su cabello, Semíramis también destacaba por ser una mujer combativa y constructora, tareas que salvo limitadas excepciones como Cleopatra o Zenobia, estaban reservadas a los hombres.
Samurramat
Las fuentes asirias mencionan a una reina, esposa de Shamshi-Adad V, cuyo nombre se escribía Sha-am-mu-ra-mat, por lo que se ha identificado con Semíramis, la reina que gobernó en Asiria tras la muerte de su esposo en el 811 a. C., como regente de su hijo Adad-Nirari III.
En Assur la reina tenía su propia estela en la fila de estelas de reyes y altos funcionarios que se colocaron en la ciudad en la que se decía que era la esposa de Shamshi-Adad, reina de Asiria, reina del mundo y madre de Adad-Ninari. LLama la atención que entre las 140 estelas que se encontraron solo 3 pertenecen a mujeres. Por otro lado, En Nimrud se encontraron dos inscripciones en el templo de Nabu en la que se recogía que ella gobernada en el periodo de tiempo entre la muerte de su marido y la mayoría de edad de su hijo. En este mismo templo, el gobernador de la ciudad dedicó dos estatuas a Adad-Nirari III y a su madre, Samurramat.
Antes que Diodoro, y solo unos siglos después de los hechos, Heródoto cuenta que en Asiria existieron dos reinas: Semínamis y, cinco generaciones después, una tal Nitocris. Es probable que esta segunda fuese Naqia, la esposa de Senaquerib y madre de Asarhadon, que al igual que Samurramat, ejercería la regencia mientras Asarhadon era un niño.
Es difícil comprender como los asirios pudieron permitir el gobierno de una mujer, ya que en aquellos tiempos era impensable que una mujer pudiese reinar. La explicación más plausible de por qué fue aceptada como dirigente tal vez haya que buscarlo en el convulso momento político en que se produjo su llegada al trono.
Semíramis y las reinas en el Próximo Oriente
En el mundo asirio la reina no era solo la esposa del monarca, además, poseía importantes recursos económicos propios, dedicaba joyas a los dioses y mantenía edificios religiosos y es posible que interviniese en la toma de decisiones políticas. También tenía palacios, administración y sirvientes propios. Entre las cosas que administraba se encontraban extensas parcelas de terreno en las que trabajaban centenares de personas y que no eran una propiedad personal, sino que le correspondían por ser la reina. Su puesto era vitalicio y parece que seguía ejerciendo de reina aunque su esposo, el rey, muriese o hubiese sido depuesto.
Incluso si centramos nuestra atención en Samurramat o Naqia, la esposa de Senaquerib, podríamos pensar que también tuvieron atribuciones militares.
No sabemos cual era el criterio para convertirse en reina, ni siquiera para convertirse en el heredero al trono.
La pervivencia de la figura de Semíramis
Durante la antigüedad la reina Semíramis gozó de gran popularidad. Son varios los autores que le atribuyen la construcción de monumentos como las murallas de Babilonia, incluso varios monumentos y ciudades del Próximo oriente recibieron su nombre. Amiano Marcelino llega a mencionar que Semíramis fue la primera persona en castrar a un eunuco.
Antes de la expansión del cristianismo la figura de Semíramis fue respetada y admirada, pero entonces todo cambió. Ya desde la Edad Media se asoció a esta reina asiria con la promiscuidad. Así, por ejemplo, la retrata Dante en su Divina Comedia.
El propio Voltaire escribió escribió una tragedia con su nombre. La reina asiria fue la protagonista de alguna que otra ópera compuesta en los siglos XVIII y XIX y, por supuesto, Semíramis ha sido objeto de representación por parte de muchos pintores.
Pero será la obra de Alexander Hislop, un religioso escocés, Las dos Babilonias, publicada en 1853, quien popularice la idea de Semíramis como una mujer diabólica que encarna el mal y que, en cierto modo, a perdurado hasta nuestros días.
Semíramis en el arte
Además de las obras pictóricas ya citadas, en el Palacio Real de Aranjuez se conserva un busto de Semíramis realizada en mármol por F. von Erlach en el siglo XVII. Esta escultura representa a Semíramis con una paloma y un mechón de pelo despeinado, dos características comunes de las representaciones de la reina Asiria y que hacen referencia al significado de su nombre y a su hermoso cabello.
Aunque parece una teoría inventada hay quien propone que la mujer de la Estatua de Libertad neoyorquina es Semíramis.
En el siglo XV se realizaron numerosos murales y tapices que tenían como protagonista a Semíramis en su versión guerrera, en ocasiones sobre un caballo.
En el Museo de Cluny se expone un medallón con la imagen de Semíramis.
Volviendo al ámbito pictórico en la Galeria Doria Pamphili de Roma se conserva un cuadro de A. Tiarini en el que está pintada Semíramis con una espada, mientras una sirvienta la peina y otra le acerca una armadura, clara alusión a su pelo y a su carácter guerrero.
Semíramis también debió ser una excelente cazadora. Así la muestra el pintor holandés, Gérard de Lairesse en un aguafuerte del siglo XVII conservado en el Museo Franz Harl de Haarlem en el que se puede ver a la reina cazando leones.
Por último, la muerte de la reina asiria fue representada por Pierre Jerome Lordon en un cuadro que se expone en el Museo de Bellas Artes de Dijon.
En los próximos días ampliaremos la información sobre Semíramis. ¡No te lo pierdas!